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Sostenibilidad ecológica: ¿por qué es tan importante?
La sostenibilidad ecológica, también llamada sostenibilidad medioambiental, es un término que cada vez se oye más hoy día a medida que la concienciación ambiental crece en la sociedad, y los temas relacionados con la ecología se hacen un sitio en los medios y las redes sociales; esto, desgraciadamente, se debe en buena parte a que los problemas medioambientales como la contaminación o el cambio climático son cada vez mayores.
Sin embargo que el término “sostenible” o “sostenibilidad medioambiental” se use cada vez más, no quiere decir necesariamente que se comprenda correctamente ni mucho menos que se emplee bien, ya que en muchos casos se hace un uso abusivo de los mismos. Por tanto es preciso comprender correctamente su significado, pero también su importancia para el futuro de nuestro planeta.
¿Qué es la sostenibilidad ecológica?
Para entender qué es la sostenibilidad ecológica lo primero que debemos hacer es conocer qué significa el término “sostenibilidad“, que no es más que la capacidad de que determinadas acciones se prolonguen indefinidamente en el tiempo, sin depender de factores finitos. Por tanto, si hablamos de sostenibilidad ecológica nos referimos a proteger y conservar el medioambiente indefinidamente, sin degradarlo hasta causar su destrucción y desaparición.
Cuando decimos que determinada actividad es sostenible ambientalmente, estamos queriendo decir que su impacto -que inevitablemente siempre lo hay- es lo suficientemente reducido como para que pueda ser absorbido por el medioambiente sin causar una degradación irreversible -ya sea del aire, del agua, del suelo, de la biodiversidad, etc- o sin menoscabar los recursos naturales, que deben ser renovables.
Por ejemplo, no es lo mismo cultivar unas verduras ecológicas, que son producidas siguiendo estrictos protocolos basados en el uso sostenible de los recursos naturales -agua, tierra, abono, etc- y con técnicas que evitan su degradación, que hacerlo mediante la agricultura convencional, donde el uso masivo de fertilizantes y pesticidas químicos provoca daños irreparables al ecosistema, degradando el suelo fértil y envenenando el aire y el agua.
¿Cómo fomentar la sostenibilidad ecológica?
Para lograr la sostenibilidad medioambiental es preciso disminuir el impacto que la actividad humana tiene sobre los ecosistemas y el planeta en general, hasta lograr que sea inferior a la capacidad de regeneración de la Naturaleza. Es por ello que dicho impacto o “huella ecológica” y sostenibilidad, están íntimamente relacionados.
El economista estadounidense Herman Daly, considerado uno de los pioneros del desarrollo sostenible y la sostenibilidad ambiental, ya planteó a finales del siglo XX que para que la sostenibilidad ecológica sea posible es preciso que se den las siguientes condiciones:
- La tasa de uso de los recursos renovables no puede ser mayor a su tasa de regeneración.
- La contaminación causada por el ser humano no puede tener un ritmo superior a la de la capacidad de la Naturaleza de asimilarla.
- El consumo de los recursos no renovables (finitos) debe producirse a una velocidad que permita encontrar o desarrollar, antes de su agotamiento, sustitutos a partir de recursos renovables.
El desarrollo sostenible no sólo permite frenar la degradación medioambiental y evitar el agotamiento de los recursos naturales; a su vez, favorece y se apoya al mismo tiempo en la eficiencia económica y la equidad social. Y si queremos fomentar la sostenibilidad e ir hacia un mundo más sostenible medioambientalmente, hay muchos pequeños gestos que nosotros, como seres humanos, podemos hacer sin esperar a que lo hagan los gobiernos. Por ejemplo:
- Reducir los desplazamientos en vehículo privado: ir andando o en bicicleta y, si no es posible, utilizar el transporte público. Si tienes que ir en coche, conduce de forma eficiente y siempre que sea posible para transportar a varias personas.
- Reducir el consumo de agua: cerrar el grifo cuando nos enjabonamos las manos o el cuerpo (en la ducha), cuando nos cepillamos los dientes, o cuando lavamos los platos, permite ahorrar un recurso cada vez más escaso como es el agua potable.
- No derrochar energía: en invierno, mantener el termostato de la calefacción a entre 20 y 22 grados es más que suficiente para tener una temperatura confortable en casa. Apaga los aparatos electrónicos cuando no los uses; también las luces, y sustitúyelas por LED.
- Compra electrodomésticos eficientes: tanto si es un electrodoméstico como un aparato electrónico, vigila que su consumo de energía sea lo más eficiente posible: el planeta -y tu bolsillo- te lo agradecerá.
- Practica un consumo responsable, evitando las compras impulsivas y buscando siempre productos que tengan el menor impacto posible en el medioambiente.
- Reduce, reutiliza y recicla: procura reducir la basura generada adquiriendo productos que no tengan empaquetados innecesarios; da un nuevo uso a esas cosas que aparentemente han perdido su utilidad antes de tirarlas, o si no véndelas; y separa la basura para reciclarla y disminuir así el consumo de recursos y energía.
- Compra alimentos ecológicos y de temporada, producidos de forma sostenible y preferentemente a productores locales.
Estos son sólo algunos ejemplos de pequeñas grandes cosas que todos y cada uno de nosotros/as podemos hacer por impulsar la sostenibilidad ecológica y velar por que el mundo que leguemos a las generaciones futuras, esté al menos un poco mejor que como lo encontramos. Al fin y al cabo sólo tenemos un planeta: ¡cuidémoslo!